La mejor apuesta de Aldeas Infantiles.

Nunca me resisto a la llamada de Emilio y Pedro, me gusta definirlos como los motores de la Fundación Empleo y Juventud, filial de Aldeas Infantiles SOS. Incansables, eruditos, de buenas maneras, exquisito humor y comprometidos, muy comprometidos con los discapacitados que ocupan el Cortijo de Valderrubio y que ya va para cinco años, es el tiempo que hace que estos seres humanos desafortunados se reencontraron con la dignidad de un pasado que tal vez nunca sucedió. Pero al igual que la simbiosis de la naturaleza permite el equilibrio de los ecosistemas mas adversos, las colaboradoras de Aldeas Infantiles hacen posible que estos dos proyectos solidarios tengan vida y que den vida a cientos de miles de personas sin hogar, sin cariño, sin amistad, sin identidad, sin pasado y en ocasiones sin ganas de vivir. Pues bien, esas personas que tras mesa azul en muchas ocasiones intentamos esquivar a las puertas de un centro comercial o en la calle son las que hacen posible que todos aquellos desheredados de la vida puedan tener una familia, una esperanza o al menos la ilusión de algún día abandonar el pozo de la marginalidad. Su trabajo permite que muchos de ellos ya sean trabajadores con nómina cuenten con un hogar e incluso con una familia quien lo podía pensar, desde luego ellos no, y todo gracias a esos personajes utópicos e incansables que conforman el equipo docente y directivo de la Fundación y a las comprometidas colaboradoras que se sumergen cada momento en la obligación de hacer algo por los demás. El ejemplo de estas colosas de la solidaridad nos debe invitar a sumarnos a la causa y a recordar lo afortunados que somos.