A principios del mes de marzo la Comisión Europea ha hecho públicos los datos sobre el proceso de reestructuración, iniciado tras la aprobación de la reforma de la Organización Común de Mercado (OCM) en el mes de noviembre de 2005.
UPA auguró en su momento que ese plan tenía como único objetivo reducir drásticamente la producción comunitaria de azúcar de remolacha y caña, y concentrar esta producción en un reducido grupo de países centroeuropeos, abriendo el sector a los vaivenes del mercado exterior y cumpliendo con los acuerdos internacionales alcanzados en años anteriores con países exportadores de azúcar.
El “éxito” vendido por la Comisión Europea, es un descenso de la cuota europea de 5,8 millones de toneladas (el principal objetivo de la reforma era una reducción de 6 millones de toneladas), gracias a la rebaja del 46% del precio de la remolacha que cobraban los agricultores y a un ambicioso plan de incentivos por el abandono de la producción.
El resultado de todo este proceso es la desaparición del cultivo de la remolacha en cinco Estados Miembros (Bulgaria, Irlanda, Letonia, Portugal y Eslovenia), y la concentración en otros seis del 73% del total de la producción europea (Alemania, Francia, Polonia, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica).
Con estas herramientas nadie podía dudar del “éxito”, lo que parece difícil de entender es que la reducción no sea aún mayor, algo que sin duda se debe a los apoyos adicionales que se han establecido en los diferentes Estados Miembros, y que desgraciadamente tienen fecha de caducidad para el año 2013.
Este descenso de la cuota comunitaria, ha implicado la pérdida del 50% de la cuota que teníamos antes de la reforma, cerrando hasta un total de seis fábricas molturadoras de remolacha (4 de Azucarera Ebro, 1 de ACOR y 1 de ARJ) y la única que había de caña, perdiendo unas 50.000 hectáreas de cultivo (28.000 en Andalucía y 22.000 en la zona centro y norte), y un gran número de puestos de trabajo tanto directos como indirectos.
Si para la Comisión Europea el “éxito” de la reforma de la OCM del azúcar era alcanzar los 6 millones de toneladas de abandono, y por tanto la pérdida en nuestro país de una parte muy importante del cultivo, para UPA el triunfo, tanto de la nueva etapa, como más allá del 2013, será mantener la producción en los niveles en los que nos hemos quedado tras el proceso de reestructuración.
Asimismo, si la Comisión Europea pensó en su momento que estabilizar la producción comunitaria en unos 13 millones de toneladas de azúcar es una situación óptima para toda la sociedad europea, nosotros entendemos que a partir de este momento los esfuerzos se tienen que centrar en mantener esos niveles de producción.
UPA considera que sería un error quedarnos en la crítica de lo que se aprobó hace ya más de tres años, aunque no nos falten motivos. El objetivo de todos, incluyendo por supuesto a quienes nos dictan las normas cada tres o cuatro años, es mantener las alternativas de cultivo como la remolacha, además de asegurar al consumidor europeo un determinado grado de autoabastecimiento, que limite los efectos de los vaivenes de los mercados internacionales en nuestro mercado.
UPA auguró en su momento que ese plan tenía como único objetivo reducir drásticamente la producción comunitaria de azúcar de remolacha y caña, y concentrar esta producción en un reducido grupo de países centroeuropeos, abriendo el sector a los vaivenes del mercado exterior y cumpliendo con los acuerdos internacionales alcanzados en años anteriores con países exportadores de azúcar.
El “éxito” vendido por la Comisión Europea, es un descenso de la cuota europea de 5,8 millones de toneladas (el principal objetivo de la reforma era una reducción de 6 millones de toneladas), gracias a la rebaja del 46% del precio de la remolacha que cobraban los agricultores y a un ambicioso plan de incentivos por el abandono de la producción.
El resultado de todo este proceso es la desaparición del cultivo de la remolacha en cinco Estados Miembros (Bulgaria, Irlanda, Letonia, Portugal y Eslovenia), y la concentración en otros seis del 73% del total de la producción europea (Alemania, Francia, Polonia, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica).
Con estas herramientas nadie podía dudar del “éxito”, lo que parece difícil de entender es que la reducción no sea aún mayor, algo que sin duda se debe a los apoyos adicionales que se han establecido en los diferentes Estados Miembros, y que desgraciadamente tienen fecha de caducidad para el año 2013.
Este descenso de la cuota comunitaria, ha implicado la pérdida del 50% de la cuota que teníamos antes de la reforma, cerrando hasta un total de seis fábricas molturadoras de remolacha (4 de Azucarera Ebro, 1 de ACOR y 1 de ARJ) y la única que había de caña, perdiendo unas 50.000 hectáreas de cultivo (28.000 en Andalucía y 22.000 en la zona centro y norte), y un gran número de puestos de trabajo tanto directos como indirectos.
Si para la Comisión Europea el “éxito” de la reforma de la OCM del azúcar era alcanzar los 6 millones de toneladas de abandono, y por tanto la pérdida en nuestro país de una parte muy importante del cultivo, para UPA el triunfo, tanto de la nueva etapa, como más allá del 2013, será mantener la producción en los niveles en los que nos hemos quedado tras el proceso de reestructuración.
Asimismo, si la Comisión Europea pensó en su momento que estabilizar la producción comunitaria en unos 13 millones de toneladas de azúcar es una situación óptima para toda la sociedad europea, nosotros entendemos que a partir de este momento los esfuerzos se tienen que centrar en mantener esos niveles de producción.
UPA considera que sería un error quedarnos en la crítica de lo que se aprobó hace ya más de tres años, aunque no nos falten motivos. El objetivo de todos, incluyendo por supuesto a quienes nos dictan las normas cada tres o cuatro años, es mantener las alternativas de cultivo como la remolacha, además de asegurar al consumidor europeo un determinado grado de autoabastecimiento, que limite los efectos de los vaivenes de los mercados internacionales en nuestro mercado.
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