Hace algunos días hacia una reflexión sobre algo en lo que nadie duda es como se pasa el tiempo, esa frase contraecha que todos los días se repite unas cuantas veces y que la sacamos cuando nos encontramos con algún amigo, contrae matrimonio algún familiar o cuando los jueves nos sentamos ante el televisor y nos ponen un nuevo episodio de los Alcántara, y si es cierto pasa el tiempo y además muy deprisa y creo que esta observación se hace cuando el paso del tiempo no nos deja ningún sobresalto o nos evita una mala pasada, sobre todo relacionada con la salud, ya decía mi abuela que cuanto vale la salud y es algo así como cuando uno sale de su casa maleta en mano con destino a no se donde, cuando la visita se extiende por un tiempo mayor de 10 días ya nos estamos acordando del fresquito del pueblo, del poco ruido que hay por las noches, de si las macetas estarán secas, de si al canario se le abra teminado el aspiste de si la vecina se acordará de darle vuelta a la casa, de si el correo nos habrá llevado el certificado que esperaba, en definitiva todo se convierte en un puro recuerdo que precipita la añoranza del sitio donde uno vive y convive con ese espacio llamado mundo. Sin embargo que lento pasa el tiempo cuando esperamos un diagnóstico, la nota del examen, el resultado de las oposiciones e incluso cuando estamos esperando en la puerta del baño que este se desocupe, sin duda en este caso el tiempo es infinito, miles de años. Decía William Shakespeare "El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad. Hoy más que nunca tengo claro que el tiempo nos dará o nos quitará la razón.
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