Un terremoto de profundidad superficial y magnitud de 2,7 grados en la escala abierta de Richter ha sido percibido esta madrugada por varios vecinos de Santa Fe, entre los que me encontraba yo, donde ha tenido su epicentro, sin que el seísmo, afortunadamente, haya dejado daños materiales ni personales, solo ese pequeño, bueno, susto en mayúsculas que apenas te da opción a reaccionar y que solo te invita a salir a correr hacia ninguna parte, porque si da bien poco se puede hacer, al menos eso creo. Llevamos algún tiempo que eso de los seísmos lo dejaba para mis visitas a Ica, allí siempre que voy se me recibe con estos tipos de sacudidas naturales, aunque debo confesar que aún me parpita el corazón más de lo habitual cuando la cama y la lampara se comienzan a mover.
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