domingo, 23 de octubre de 2011

Las píldoras de Murti Bing.









Quizá la luz del sol, el aroma de la tierra, los pequeños placeres de esta parte de la tierra inexistentes y el olvido que produce el trabajo suavizan el deseo a cambiar una forma de vida absurda que sumerge a tanta gente al declive mas material.
Pero a pesar de todo el bullicio permanente originado por los claxon de los miles de vehículos que circulan por las tripas de la ciudad y que contaminan hasta la saciedad permite aventurar que aún puede haber una vida mejor.
Murti Bing ingenió la píldora que permitirá cambiar la concepción del mundo y quien consiguiera tomarla se tornaba sereno y feliz. Cambiaría por completo, incluso los problemas que hasta ese momento le habían angustiado le parecerán pronto superficiales y sin importancia.
A veces pienso que los buhoneros de Murti desplegaron de forma incansable sus tentáculos en la ciudad de Ica. A mi juicio existen pruebas que demuestran la prescipción masiva de esta píldora. El odio ha dejado paso a la reconciliación, el futuro al pasado, los proyectos a la renuncia, el cambio al conformismo. Todo sigue igual y sin atisbo de mejorar la sonrisa complaciente que nunca abandona la comisura del rostro y la impaciencia es un término aun desconocido por estas tierras. No sabria decir si la elección es mala o buena, pero tanto si la es como si no la respeto, aún cuando me incomoda pensar que la vida deja de tener sentido si hay ausencia de anhelos que nos permite pronosticar que el mañana será mejor. Porque de lo contrario la ciudad de Ica dejará de existir.
Intentaré en estos días olvidar lo material de mi entorno y recobrar el entusiasmo por lo humano, por lo real, desvinculándome y abstraiendome de la opresión diaria suplantada en leves ocasiones.

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