domingo, 30 de octubre de 2011
Mejoria relativa
Refugiado entre sabanas y frasadas y con el ultimo bostezo dominguero lanzo la mirada y el recuerdo a unos días a punto de agotarse y que como siempre serán el preludio de conversaciones interminables en la barra del bar o en lugares mas didácticos. Aunque en esta ocasion las palabras han sido sustituidas por las imagenes del iPhone 4 y como se suele decir tambien por estos lares una imagen vale mas que mil palabras, convencido del avance de las nuevas tecnologías y suscribiendo que internet constituye el mejor de los inventos del siglo XXI aun nos queda pendiente ponerle los cinco sentidos a esos avances. Quizás seria suficiente quedarse relegado al olfato, al gusto y al tacto, suficientes para oler el penetrante hedor de las fosas sépticas que a modo de saneamiento cuentan las chabolas de aquellos mas previligiados, si porque la inmensa mayoría de los moradores de Tierra Prometida aprovechan el relieve caprichoso del terreno para hacer cumplir con sus necesidades fisiológicas, a campo abierto sin tener cabida el pudor y con la privacidad mas publica de las posibles, sin embargo cuando el tajo me toca a mi selecciono, defino, marco y estudio aquella de las esquinas que mas preserva mi intimidad, estoy hablando de hacer pis, mear, orinar o pichi como se define por aquí la acción de evacuar liquido. El gusto también queda desaparecido de las imágenes, aunque intentan recoger el vado que los alimentos cuando se cocinan, solo invitan a descubrir el estado de los mismos por el numero de insectos, principalmente moscas negras como toros negro zaino y de todas dimensiones que hacen de estas cocinas a la intemperie su hábitat permanente. El olor como capacidad sensitiva previa al gusto frena cualquier atisbo de interés por conocer la gastronomía peruana, todo ello sin necesidad de profundizar en las condiciones higiénica sanitarias que ofrecen los distintos ambientes. El tacto queda disimulado o falseado por el látex que siempre acompaña a mis manos y que por precauciones obvias no me abandonan salvo a la llegada al hotel, una cantera de infecciones hacen que debamos ser cuidadosos aunque las buenas formas nos obligan a desprendernos mas veces de las que debiéramos de los mismos, al final terminas familiarizandote con las gentes y mas aun con las condiciones, que aunque inhóspitas y desagradables la convivencia acostumbra.
Ultimo bostezo
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